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Del Zócalo a los Pinos. Artículo de Raúl Castellanos

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Escrito en BREAKING NEWS el
"SI UN PARTIDO SE ATRIBUYE EL MÉRITO DE LA LLUVIA, SUS ADVERSARIOS LO CULPARÁN DE LA SEQUÍA” –Charlotte Morrow dixit-; "si no le ponen un alto a la carrera de insultos…que no se haga nadie ilusiones, la democracia no puede establecerse sobre bases tan sucias” expresó Juan Bosch en la campaña presidencial dominicana en 1962; uno de los clásicos que más respeto asegura que al día de hoy, en nuestro país, las elecciones las ganan, los que más trampas hacen, invierten más dinero y cometen menos errores; hay quienes consideran que las malas artes y la guerra sucia en las campañas electorales cobraron vigencia en México a partir de la elección presidencial de 1988, antes –dicen- "no era necesario” por la preeminencia del partido de la grandes mayorías, "casi único” –Salinas dixit- que controlaba desde la impresión de las boletas –electorales-, la estructura, los funcionarios, las casillas, "los chescos y las tortas” y –por supuesto- los árbitros de la contienda; más "ennenantes”, concluida la Revolución, simplemente se les mataba en caliente a quienes se atrevían a desafiar al hombre del poder en turno, para muestra ahí está la "Sombra del Caudillo” película dirigida por Julio Bracho –premiada en el Festival de Karlovy Vary- basada en la novela homónima de Martín Luis Guzmán, que narra cómo se las gastaban Plutarco y Alvarito, la cual por cierto permaneció "enlatada” por 30 años bajo el argumento de que "ofrecía una visión falsa de la historia y del ejército mexicano”; el tema viene al caso, porque recién GCE –Gabinete de Comunicación Estratégica- realizó una encuesta sobre qué tan limpias –o sucias- serán las campañas –electorales- que están en curso, el resultado hace evidente un cansancio y hastío social que debería preocupar a los partidos y candidatos y valida en cierta forma el ambiente de crispación y encono que prevalece; 70.5 % -de los consultados- consideró que partidos y candidatos se enfocarán a atacarse entre ellos, 23.7% que lo harán en comunicar sus propuestas, 2.2% no contestó y 3.6% dijo no saber; al pedírseles definieran si los comicios serán "limpios como agua de manantial o sucios como agua de charco”, 75.4% consideró que "turbios como aguas pantanosas” y 16.6% "tranparentes como el cristal”; el estudio reveló que son más las mujeres que piensan que serán elecciones sucias, 77.0% por 73.0% de hombres que opinan igual; otro dato revelador lo es, el que 73.9% considera que los spots con que todos los partidos saturan los tiempos oficiales solo "aturden y no dicen nada” –o son puras mentiras como los impugnados mensajes del PVEM-; el debate tiene muchas aristas, va desde la ética y la caballerosidad en la política –que parecen ser ya ser piezas de museo- hasta la estrategia con que debe realizarse –para evitar que se produzca el efecto búmeran- una campaña negativa, contra campaña o su máxima expresión que linda en lo ilegal, conocida como "guerra sucia”; Mario Martínez y Roberto Salcedo en su libro "Manual de Campaña” plantean "la campaña negativa parece tener grandes ventajas, algunas investigaciones sugieren que los electores son más influidos por los ataques entre candidatos que por la propaganda positiva y que ponen más atención a los ataques, los recuerdan con más precisión y durante más tiempo, en pocas palabras son más efectivos, asimismo hay un sector de electores que identifican la capacidad de ataque como muestra de liderazgo e incluso la prensa pone más atención a los ataques que a las propuestas -que venden poco-, en contraparte la guerra sucia presenta riesgos, aleja a los electores de las urnas, no todo lo que afecta al adversario beneficia al emisor y el mayor –riesgo- si el ataque no es creíble, es considerado injusto o se hace evidente la calumnia, el atacado se convertirá en víctima y quien saldrá perdiendo será el atacante”; en lo personal me sumo a la teoría de Luis Favre "hay que distinguir, una cosa es guerra sucia y otra es una campaña negativa de marketing, el candidato puede hacer una campaña positiva, sus programas, sus propuestas, pero puede también hacer spots criticando a su adversario, nosotros denominamos a eso campaña positiva–negativa, son dos instrumentos del marketing, válidos porque en determinada circunstancia la única posibilidad que yo tengo de superar a un adversario es criticándolo, cuestionándolo en sus debilidades y eso no es guerra sucia, guerra sucia es cuando yo me dedico a manipular, lanzar afirmaciones falsas, rumores, yo creo que eso no gana una elección nunca”…como usted advertirá todo es cuestión de gustos y "en gustos se rompen géneros”…¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?...