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Porque al caer El Carrete, cae también el telón en Ayotzinapa. Artículo Ciro Gómez Leyva / El Universal

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Los testimonios de diversos detenidos en las últimas semanas llevaron a la colonia Cerro de Tepejolote, en Ixtapaluca, Estado de México. Ahí debería estar Santiago Nazari Hernández, El Carrete, líder de Los Rojos en Guerrero y Morelos. Viernes 6 de febrero. Pero algo falló. Ninguno de los seis detenidos en posesión de armas, cartuchos y droga era El Carrete. Cayeron El Toluco, El Púas, El Can, El Vichi, El Sope y El Chino, pero no quien se ha convertido en el fugitivo más buscado en México. En especial, porque existe la convicción de que con la captura de El Carrete se completará el ciclo de la "verdad histórica” sobre los hechos de Iguala y Cocula del 26 y 27 de septiembre. La información de las capturas de Ixtapaluca permitió, seguramente, que soldados, policías federales y agentes de la PGR detuvieran el domingo 8 en un operativo conjunto a Rubén Mazari, El Charro, supuesto hermano de El Carrete. "Estamos muy cerca de él”, confió una fuente del gobierno. "Está por caer el telón criminal del caso Ayotzinapa”. Y es que de acuerdo con lo declarado por Felipe Rodríguez Salgado, El Cepillo, jefe de los Guerreros Unidos en Iguala y Cocula, detenido el 15 de enero en Jiutepec, Morelos, El Carrete habría reclutado al director y a algunos estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, y les habría ordenado que fueran a calentarle la plaza a los Guerreros Unidos en Iguala, Cocula y Teleoloapan. La versión de El Cepillo coincide con la de César Nava, El Leo, ex subdirector de la policía municipal de Cocula, apresado el 15 de noviembre. La "verdad histórica”, pues, incluiría una infiltración criminal en los camiones donde viajaron los jóvenes de Ayotzinapa, amén de comprometer seriamente al director de la Normal, José Luis Hernández Rivera. El Carrete es un hombre de 39 años, 1.70 de estatura, y según esto de carácter agresivo y dominante, que enfurece cuando no se cumplen de inmediato sus órdenes. A lo largo de la década, sus células se han dedicado al narcotráfico, secuestro, extorsión y ejecución de bandas rivales. Cuenta la leyenda que no se cansaba de repetir que antes de morir exterminaría a los Guerreros Unidos. A calentarles la plaza habría enviado a los suyos, disfrazados de normalistas, el 26 de septiembre. Quizá nunca imaginó a qué costo lo conseguiría. Su cabeza es hoy la más deseada en el infernal mercado del crimen mexicano. MENOS DE 140 Sobre La historia en breve del lunes escribe Darío Ramírez, director de Artículo 19 México, en http://disenso.articulo19.org Registrado.